5.4.08

Pitágoras. La barca de Efrén.

El aire es fresco. Subido en la barca parezco respirar en una sala repleta de oxígeno puro. El suave vaiven del agua me estaba dando sueño. Después de las horas de encierro en el cuarto menguante, después de los nervios pasados con el juego de ese loco matemático, ahora me sentía totalmente relajado. El péndulo había llegado en su movimiento hasta el otro extremo. Ahora, incluso, recordaba La habitación de Fermat como una excitante aventura, ya no daba la misma importancia a que a esa hora podría estar metido en una caja de cerillas, la cual, ríete tú de los pisos de 20 metros, compartiría con otros dos inquilinos: Oliva Sabuco y Pascal.





Oliva estaba guapísima tumbada sobre la barca. Entonces recordé lo del barco ¿qué clase de perversiones habría cometido con Efrén? Prefería no pensarlo. Ella había sido la causante de todos mis males: si yo no me hubiera enamorado de ella, no habría fingido haber resuelto la conjetura de Goldabch y, por tanto, Efrén no habría organizado la movida esa de la habitación. Sí, todo era culpa suya. Y encima me había engañado. No quería llevar más su foto en mi cartera, la tiré al lago, junto a los papeles de la teoría resuelta de Goldbach.



La foto, echa una bola, flotaba sobre el agua. Pienso en que debería sustituir a Pascal con los remos; pero no puedo dejar de mirar la foto. Decido recuperarla. ¡Ahhhh! El agua. . De repente, la barca empieza a girar sobre sí misma. Estoy a punto de caer. Cuando me incorporo, miro a Pascal. Él tampoco entiende lo que está pasando. De repente, escuchamos el ruido de un motor y unas luces cegadoras: una barca a motor. Es Efrén. De nuevo estamos juntos, los cuatro.


Todo había sido un prólogo. Habíamos pasado la primera prueba y ahora empezaba el acertijo de verdad. Pascal tenía razón, Hilbert había vivido hasta los 80 años. Ellos (y no él) eran los que iban a morir, como lo había hecho ya Fermat (nos contó que había trucado su coche), con la misma edad de los matemáticos que les habían cedido su nombre. Efrén nos ha dicho qué todo estaba planeado así desde el comienzo: ¿cómo iba a explicar la desaparición de tres matemáticos? Necesitaba los cadáveres para hacerlo. Irónico, ¿verdad? Podía habernos matado en la intimidad de una habitación e iba hacerlo al aire libre, en un lago, en mitad de ninguna parte. Nos hizo una demostración. La barca había quedado anclada sobre el agua y al darle a un pequeño control remoto empezaba a hundirse. Todos los peces del lago flotaban, cadáveres, ya sobre la superficie. El juego volvía a comenzar.



- Galois, yo también soy un impostor. No he resuelto la conjetura de Goldbach. Ese dossier que habéis tirado no son más que simples hipótesis. Aquí tenéis otra copia.

Efrén nos ha lanzado una carpeta con papeles.

- Os habéis fijado que hoy la luna está en cuarto menguante. No os creáis que es una coincidencia. Tenéis hasta que amanezca, para resolver la conjetura de Goldbach. Os preguntaréis, ¿qué ganáis a cambio si vais a morir igual y yo solo me voy a llevar la gloria? La respuesta es Oliva.

Enseguida la he mirado. Ella tampoco parecía entender nada.

- Es la única que sé que guardará silencio sobre lo que ha ocurrido hoy. Tengo ciertos vídeos grabados en cierto barco que me lo garantizan. Ahora sois vosotros los que decidís. ¿perecéis los tres o salváis a Oliva? Mi pregunta es: ¿podrá Galois permitir la muerte de la mujer de la que está enamorado? ¿Podrá Pascal cargar con una nueva muerte en su efímera conciencia? Y yo, ahora, puedo asistir a todo esto, como si fuera invisible y llevarme la gloria después de vuestro esfuerzo, si es que conseguís resolver la conjetura.

- ¡Estás loco! No podemos resolver en una noche lo que otros no han hecho en décadas -le he gritado.

- Ya veo, Galois, que apuestas por jugar, por intentar salvar a Oliva. No esperaba menos. ¿Y tú, Pascal, supongo que también? Ningún hombre deja escapar una oportunidad de ser un héroe, sobre todo, si se trata de salvar a una joven hermosa... Empezaremos por la primera página del dossier...

Efrén ha comenzado a repasar sus hipótesis, objeto de largos años de trabajo, para que le digamos en qué ha fallado y, entre todos, intentar alcanzar la solución. Oliva y Pascal están colaborando con él. Yo hago que, interesado, apunto en un papel. Ahora Efrén ya no me pide opinión, sabe que le mentí y que no soy el matemático que él pensaba. Estoy aprovechando esta circunstancia para dejar testimonio de todo lo que está sucediendo.

Ahora, tras escribir esta frase, le daré este papel a Oliva. Ella es la única que, quizá, pueda dar un final a esta historia.

Continúa...

4.4.08

La habitación de Oliva Sabuco

Retomo lo escrito por Galois en esa hoja de papel... que le podría haber salvado la vida. O almenos eso le hizo creer el bueno de Efrén. El plan ha salido como deseaba. Nada podía salir mal, cualquier matemático (y, sobretodo, matemática) podía prever la solución a esta ecuación tan evidente:


-acertijo nº 1- ¿Qué sucede si juntamos un ex-novio orgulloso y pueril, un desconocido con ansias de brillar y un estratega con gustos extravagantes sin nada que perder?

-acertijo nº 2- ¿Qué sucede si, además, ponemos entre ellos a una chica inteligente y atractiva como yo?




Que cederán. Perderán el control y, lo que es mejor, evitar cualquier sospecha, porque esto es lo poco bueno que tiene haber salido con uno de ellos: que conoces sus debilidades. Y la de muchos hombres es creer que las mujeres necesitamos una sobreprotección en los momentos difíciles, y no caen en la cuenta de que podamos ser nosotras su único enemigo.

Resumiré lo acontecido. Yo he sido la única mujer que ha aparecido en esta historia. Y la única triunfadora en esta batalla. Con esto quiero decir que, a veces, lo único, lo escaso, tiene su razón de ser. ¿No os preguntábais por qué estaba yo sola ahí encerrada? Y, sobretodo,

¿por qué era la persona con más vínculos personales dentro de ese cuarto?

Sólo YO había mantenido contacto con más de una persona de la habitación. Conocía estrechamente a Hilbert (Efrén) y a Galois.



Algo sabréis de mi relación con Efrén. Algo rocambulesco, pasional, imposible de mantener en la esfera de la vida cotidiana. Nuestra relación no tenía nada que ver con cualquier relación que yo hubiese tenido con anterioridad. Pero lo vivíamos en otro plano: en alta mar. Mi aparente ingenuidad podía hacer que caiérais en la trampa de que "Hilbert quería ver como Galois sufría al conocer la verdad de su ruptura con Oliva". Aquí la única que disfrutaba era yo. Yo les conocía a los dos y quería ver cómo reaccionarían.

Hilbert se sometió a otro de sus placeres oscuros: someterse a mí. Depositó en mí su vida, le dejé dominar, controlar una situación como jamás había hecho en su vida. Quiso sentirse "el malo de la película", quiso tener el control. Le dejé... y la verdad lo hizo tan bien como siempre. A él encomendé la misión de ser el falso culpable, de jugar como a él tanto lo gustaba.

Pascal...siempre ha sido el rehén circunstancial. Pero quise que se fuera con la idea de que era importante para alguien, que conseguía realizar algo trascendental en su vida. Murió pensando que me salvaba y que resolvía la conjetura de Goldbach. Convencer a un perdedor no es nada del otro mundo, le haces sentir cerca la heroicidad y sucumbe.

Así que...les he matado. Ahora, sus mentes eruditas descansan bajo el fondo del Pantà de Sau. Nadie les echará de menos. Sólo Fermat... yo jamás. Esta es la verdadera historia. Pero ellos no reposarán solos. La verdad con ellos y es que esta revelación la tiraré al agua con los restos de esa historia ya pasada...y se ahogarán para siempre.





Vínculo con la película on-line (fragmentos)
http://www.fase6.com/online/32078/peliculas/la-habitacion-de-fermat.html

2.4.08

Sheriff Bell: ¿cara o cruz amigo?


Éste era mi cara dos meses después de dejarlo. Después de jubilarme. Es una foto que me echaron en la comunión de una niña del pueblo, hija de unos granjeros del pueblo que me pidieron por favor cuando nació que fuese su padrino, algo protocolario y habitual entre los sheriff.
Dejar el trabajo no me sentaba demasiado bien. Me alegraba cada mañana de poder estar con Loretta, leer el periódico a su lado y tomar largas tazas de café juntos...y divagar.




Mi cruz era haber tolerado que pasara todo aquello. Le vi aunque sin verle, como, tendido en la moqueta de esa habitación de motel me controlaba a través del reflejo de la manilla de la puerta perforada. Yo a él le imaginé. Al fin y al cabo...siempre había actuado así.
¿Recuerdan?
Entré, registré, empuñando mi arma, por encima la habitación y fui al baño. Era evidente, vi que NO habían forzado la ventana del baño. El hombre debía seguir allí dentro.


Sucedía como cuando él era pequeño, y con su padre hacíamos suculentas barbacoas los domingos, él se escondía y yo le buscaba. Ellis le enseñó todo lo que él sabía. Y yo también. Nuestra mente de policías y combatientes... creó un asesino amoral.

Sin embargo... la sangre, la hermandad... me echó atrás, expiró toda mi integridad como sheriff, cultivada durante más de 30 años en el cuerpo de la policía local en Arizona. No le quise arrestar,

¡no le quise coger!

Ellis... no fue el culpable de la muerte de mi padre. Aún haberlo sido de algún modo, me ayudó todo lo que pudo después de su muerte. Luego recibió él. ¿Cuando me tocaría a mí? La vanidad me invadía y mi padre, más joven, se revelaba en mis sueños.


No quise atrapar a Anton como cuando era pequeño: en realidad yo sabía dónde se escondía, pero él siempre me pedía "Tío Ed aunque me veas, no me cojas, por favor". Luego me susurraba al oído que le gustaba más jugar conmigo porque su padre, decía, iba demasiado lento en su silla de ruedas.


Dejé que se marchara con su dinero, lo justificaba en mis sueños alegando que ese era su objetivo, que después de conseguirlo todo esto acabaría. Pero la cuestión no era esa, ni el dinero, ni siquiera matar eran suficientes para él. Todo esto acabaría cuando la moneda dejase de girar...cuando su justicia lo decidiera. Sólo la suya.

Hay gente que dice que éste...es mi verdadero final. Riánse un poco, por favor...




30.3.08

Anton Chigurgh

¿Me recordáis?



Aquel joven declaró a la policía. ¡Maldito bastardo! Debería haberle matado (a él y a su amigo) y haberme ido montado en su bicicleta. La moneda cayó por el lado equivocado. Me han hecho un retrato robot. Ese decrépito sherrif Bell...





Su coche patrulla estaba aparcado junto a la comisaría. Pedí habitación en el motel más cercano. Los golpes contra la pared no llamaron la atención de ninguno de los otros huéspedes. El brazo enseguida quedó colocado en su lugar habitual. No pude dormir. Esperé sentado sobre la cama. En cuanto amaneció, salí. En el pasillo no había nadie.


Una ridícula figura dorada decoraba la desatendida recepción. La cogí antes de salir. Avancé hacia la comisaría. Su coche seguía allí. No me costó abrirlo. En el asiento del copiloto había un juego de esos de niños (¡estos policías, mejor si se dedicarán a atrapar a los malos!). Hice un rápido dibujo con él y lo volví a dejar donde estaba. Después, me recosté en el asiento trasero, a esperar... con aquella figura dorada en mis manos.



Después de un rato, un hombre con un mono azul se acercó y abrió el coche. Se sentó rápidamente e intento arrancar el coche. No lo logró. Accionó la palanca para abrir la tapa del motor y entonces...se fijó en el dibujo. Cogió aquel artilugio y lo miró más de cerca.En ese momento, me incorporé y rodeando su cuello con los brazos, lo estrángulé con esa figurita.

Enseguida dejó de patalear y la bocina de sonar...en cuanto no tuvo fuerzas para seguir apretándola. Salí corriendo del coche. Los demás, no tardarían en salir de la comisaría. Encontraían muerto al mecánico y aquel juguete. Esta vez, yo mismo les había dejado un retrato robot. Y encima sabrían que yo era el asesino del aire comprimido del que tanto hablaban los periódicos. Me echarían encima también esas muertes.


Mi retrato empezará a verse en todas partes: primero en las comisarías y en los informativos de la noche: "¿Reconocen a este hombre? Quizá se trate del mayor asesino de la historia (todos los que salen en los informativos son los mayores asesinos de la historia). Así que si le ven, es mejor mantenerse alejado de él y avisar a la policía..." dirá el presentador encerrado en el estudio. Todos los degenerados cazarecompensas tendrán una foto mía en su cartera. Después, pasaré a formar parte del ranking de los bandidos más célebres de los Estados Unidos, pugnando con Billy el niño o Harvey Oswald por el primer puesto, y, finalmente, venderán mi cara, en formato pop-art, como souvenir en las gasolineras.


No quedaba remedio. Debía cambiar mi imagen. El barbero no dejó de hablar en ningún momento. Me contó que habían asesinado a Tom, el mecánico de la comisaría, que era una gran persona, que tenía mujer y tres hijos y que siempre se cortaba el pelo en ese mismo lugar. Le había dicho Jimmy que el sheriff Bell le había contado que lo había matado el asesino del aire comprimido y que seguramente se escondió en el coche para matarlo a él, que lleva mucho tiempo detrás de él por varios asesinatos, y que Tom tuvo sólo mala suerte. El sheriff, según mi parlanchín amigo, tambien era un gran tipo y también se cortaba el pelo allí.
Cuando acabó de hablar me dejó el espejo para que mirara a ver si todo estaba correcto. Le dije que me arreglará mejor el lado derecho y, en ese momento, rompí el espejo en pedazos sobre su cara. Cogí uno de los trozos y le rebané el cuello. Ahora podrían llamarme también el asesino del espejo o, quizá Sweeney Todd



Cuando me acerqué, el sheriff Bell ni siquiera me reconoció. Estaba en su despacho de la comisaría, con fotos mías esparramadas sobre ella, trabajando. Yo llevaba aquella figurita dorada bajo la chaqueta como si se tratara de una recortada. Me preguntó si podía ayudarme en algo. Me senté enfrente suya y le mostré la figura...

No es país para viejos (No country for old men)


Fatih Akin. Contra la pared

La semana pasada elegimos la película del director alemán, aunque de descendencia turca, Fatih Akin (aquí tenéis una pequeña entrevista con él) para especular con lo que fue de sus personajes. Contra la pared fue su cuarta película y con la que mayor éxitos ha cosechado (Oso de Oro a la mejor película europea en 2004). La película nos narra el amor imposible de Cahit y Sibel, el cual pondrá a ambos personajes contra la pared.

Después de ésta, Fatih Akin ha presentado en el 2007, en Cannes, su nueva cinta Al otro lado en la que a través de una serie de encuentros, relaciones e incluso muertes, las frágiles vidas de seis personas se cruzan durante sus viajes emocionales hacia el perdón y la reconciliación en Alemania y Turquía.

Aquí tenéis, para abrir boca, el trailer de la peli: